Conocida en Bizancio como la cisterna Basílica, este depósito de agua subterráneo fue construido en tiempos de Justiniano (532) y abandonado tras la conquista de Constantinopla. No sería re-descubierto hasta 1545, fecha en que el erudito Petrus Gyllius lo recorrió en la oscuridad navegando en una barca por entre sus 336 columnas.

Cisterna Basílica en Sultanahmet, Estambul (Turquía)

Cuenta Edmuindo D’Amicis, quien sólo se asomó tímidamente a su interior desde una de sus entradas, que

La fantasía, atraída por la voluptuosidad del terror, se lanza por aquellas fugas de pórticos sepulcrales, contemplando las aguas siniestras y se pierde en infinitos giros vertiginosos en medio de las innumerables columnas, mientras la voz oscura de un dragomán [traductor] cuenta la terrorífica historia del que se aventuró en una barca en aquel subterráneo para descubrir sus confines y volvió muchas horas después, bogando desesperadamente, con el rostro descompuesto y el cabello erizado, mientras las bóvedas lejanas repercutían fragorosas carcajadas y silbidos agudos; y de otro, que no volverá jamás, y que acabó, quién sabe cómo, tal vez helado de terror, tal arrastrado por corriente misteriosa a un abismo desconocido, muy lejos de Stambul, Dios sabe dónde.